19 May Sistema de ventilación en salas de INACAP mejora calidad de aire interior y beneficia el proceso de aprendizaje
EDIFICIOS INACAP CON SISTEMA DE VENTILACIÓN ACTIVA DISEÑADOS POR EECHILE
Todos sabemos que la contaminación del aire exterior acarrea graves impactos en la salud de las personas, pero la contaminación del aire interior también puede tener efectos significativos y perjudiciales. Considerando la cantidad de horas que pasamos en espacios cerrados, como oficinas y salas de clases, la calidad de aire interior (CAI, o IAQ, por sus siglas en inglés) se vuelve un factor importante no solo para el cuidado de nuestra salud, sino que es fundamental para conseguir espacios que beneficien el proceso de aprendizaje. Una buena CAI contribuye a un entorno favorable para el desempeño de estudiantes, docentes y del personal y a una sensación de comodidad, salud y bienestar.
La calidad pobre de aire interior en las aulas puede afectar la comodidad y la salud de los estudiantes y el personal, que a su vez puede afectar la concentración, la asistencia, y el rendimiento de los estudiantes. Además, aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud a corto plazo, tales como fatiga y nausea, al igual que problemas de salud a largo plazo como el asma.
VENTILACIÓN ACTIVA
Existen métodos para medir la ventilación en un espacio concreto, que se basan en medidas de Dióxido de carbono (CO2). El dióxido de carbono es un componente del aire que se origina de forma natural en diferentes procesos, pero sobre todo se libera por la respiración de los organismos vivos. Las aulas, salas de reuniones y conferencias son lugares relativamente cerrados donde mucha gente está respirando a la vez, básicamente expulsando CO₂.
Cuando los niveles de CO2 exceden de 800 a 1.200 ppm (partes por millón) en áreas interiores muchas personas comienzan a experimentar incomodidad, dolores de cabeza, somnolencia, cansancio y problemas respiratorios, lo que afecta la concentración y productividad.
El estándar de ASHRAE (American Society of Heating, Refrigerating and Air-Conditioning Engineers) especifica las tasas mínimas de ventilación y otras medidas para suministrar una calidad de aire interior, que sea adecuada para la ocupación humana y minimice los efectos negativos sobre la salud. En el caso de la concentración de CO2 en espacios cerrados, el límite es 1.000 ppm.
En el siguiente gráfico podemos ver la variación de concentración de CO2 durante una jornada escolar sin ventilación y con ventilación activa:
El manejo de la calidad del aire en espacios cerrados incluye:
- Control de los contaminantes transmitidos por el aire, por ejemplo los virus como el Covid-19;
- Introducción y distribución de aire exterior adecuado; y
- Mantenimiento de una temperatura aceptable y una humedad razonable.
La temperatura y la humedad no pueden pasarse por alto porque las preocupaciones sobre el confort térmico subyacen a muchas quejas acerca de la “calidad del aire deficiente”. Asimismo, la temperatura y la humedad se encuentran entre muchos factores que afectan los niveles de contaminantes en espacios cerrados.
Las fuentes exteriores también deben tenerse en cuenta, ya que el aire del exterior ingresa en los edificios escolares a través de las ventanas, las puertas y los sistemas de ventilación.
La ventilación se refiere a renovación de aire, es decir, sustitución del aire interior, potencialmente contaminado, con aire exterior, libre de virus. La utilización de un ventilador en un ambiente interior cerrado no equivale a ventilar en el sentido de renovación de aire.
La renovación de aire se puede denominar por sus siglas en inglés ACH, Air Changes per Hour. Si un espacio tiene 1 ACH (1 renovación de aire por hora) significa que en una hora entra en la sala un volumen de aire exterior igual al volumen de la sala, y, debido a la mezcla continua del aire, esto resulta en que el 63% del aire interior ha sido reemplazado por aire exterior. Con 2 renovaciones se reemplaza el 86% y con 3 renovaciones el 95%. La ventilación necesaria para reducir el riesgo de contagio depende del volumen de la sala, el número y la edad de los ocupantes, la actividad realizada, la incidencia de casos en la región y el riesgo que se quiera asumir. Se recomienda 5-6 renovaciones de aire por hora para aulas de 100 m², con 25 estudiantes.