11 Oct Oficinas que consumen y contaminan menos
Por Rodrigo Cáceres Moena | Arquitecto y director Instituto Passivhaus Chile
Actualmente, algunas inmobiliarias se han tomado en serio el desarrollo de proyectos amigables con el medio ambiente, y el diseño arquitectónico se está haciendo cargo de la reducción del consumo energético y la mitigación de la huella de carbono, bajando notablemente las emisiones a nivel global.
La tendencia actual apunta a tacar al problema en su origen, es decir, donde se genera el gasto energético. Esto se logra abordando el edificio como un sistema, resolviendo la orientación, el tipo de envolvente, la hermeticidad, el control de las humedades interiores, el tamaño de las ventanas y otras variables que bajan el consumo. Esta ecuación ya ha sido resuelta por el estándar Passivhaus, que es una certificación alemana que trabaja con un consumo de 15 kWh/m2, que es uno de los más exigentes en Europa.
En el caso de los edificios de oficinas, lograr el “consumo energético casi nulo” se vuelve aún más estratégico, debido a los altos costos operacionales que conllevan este tipo de edificaciones durante todo su ciclo de vida. El estándar Passivhaus ha comprobado reducir el gasto en calefacción o enfriamiento para todo el edificio, haciendo la inversión altamente rentable a mediano y largo plazo.
Contar con una temperatura confortable y estable todo el año, a un costo ostensiblemente más bajo, significa contaminar menos, pero también tiene un impacto positivo en la salud laboral.
Considerando que pasamos largo tiempo en el trabajo, una buena calidad ambiental interior mejora la calidad de vida de las personas.
Al bienestar térmico ya mencionado, un edificio de oficinas bien resuelto a partir del diseño es capaz de eliminar ciertas patologías que se observan en edificios convencionales, eliminando las concentraciones dañinas de CO2 que se acumulan cuando muchas personas están en espacios cerrados, provocando cansancio y malestar. Lo mismo sucede con los virus que normalmente se comparten y se contagian dentro de las oficinas. Por otra parte, su aislación superior ofrece un mejor control acústico, ayudando a la concentración, la inteligibilidad de la palabra y el rendimiento profesional.
El impulso de la edificación de consumo energético casi nulo ha sido liderado durante décadas por Alemania y Austria.
En 2012 se desarrolló el edificio de oficinas con certificación Passsivhaus más grande hasta ahora, la torre Raiffeisen en Viena, de 20.984 m2. Con este proyecto se pudo comprobar que el estándar estaba suficientemente maduro para competir en igualdad de condiciones y precio con edificios de oficina normales.
De acuerdo con la base de datos Passive House (passivehouse-database.org) actualmente existen 23 edificios de oficinas comerciales certificados alrededor del mundo y 88 edificios de oficinas públicas, en países tan diversos como España, Italia, Inglaterra, Dinamarca, China, Estados Unidos y Dubai, demostrando que este estándar constructivo es capaz de adecuarse as cualquier zona climática.
En Chile, las primeras edificaciones de consumo energético casi nulo en el segmento de oficinas se remontan al año 2006, con el edificio público de oficinas de la PDI de Puerto Montt, que fue un proyecto innovador al considerar una envolvente térmica continua sin puentes térmicos y una bomba de calor geotérmica.
En 2020 podremos observar un impulso más concreto, con el desarrollo del primer edificio de oficinas que ingresará al sistema de certificación Passivhaus, en la comuna de Recoleta, que considera 15 pisos más subterráneos, desarrollado por un grupo de inversionistas que entienden el valor y cuidado del medio ambiente. Si bien hoy se encuentra en etapa de diseño, esta experiencia pretende ser un salto cualitativo en la industria de oficinas en nuestro país, más sostenible y alineada con los desafíos que nos impone el cambio climático.